AMLOVE: así es como Trump le está regalando la campaña al candidato mexicano

Los sondeos le sitúan al frente

Esta semana, Donald Trump anunció que necesita 4.500 millones de euros para financiar la ampliación del muro de separación en la frontera con México contra la inmigración ilegal.

Un día antes, el líder político de izquierdas nacionalista mexicano Andrés Manuel López Obrador aseguró que “la campaña de odio de Donald Trump es neofascista”. Estaba en Washington presentando una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para contener la persecución de inmigrantes de la Casa Blanca.

AMLO (por las iniciales de Obrador), o AMLOVE como le llaman algunos, es más fuerte desde que Trump fue elegido presidente y se ha erguido como líder de la resistencia contra su política de odio hacia los mexicanos. Como reacción a la derecha más nacionalista en Estados Unidos, crece la izquierda más nacionalista de México.

Los sondeos le sitúan al frente de una carrera electoral que culminará en 2018, y a las que Obrador se presentará, c on un 33% de intención de voto, por delante de la candidata de PAN, Margarita Zavala. Si ganara, sería el primer presidente de izquierdas en la historia del país en su tercer intento.

Para el politólogo John Mill Ackerman, la clave del ascenso de Obrador no es la acritud de Trump con México, sino “el enorme descrédito de Enrique Peña Nieto (actual presidente) y la clase política mexicana”.

“La política de Trump podría haber fortalecido a Peña Nieto si éste hubiera tenido una posición con cierta dignidad”, abunda Ackerman, doctor en derecho por la UNAM,  que resalta las recepciones de Peña Nieto a Trump antes de que éste saliera victorioso en las elecciones y su tibia respuesta a los anuncios de construcción del muro.

Obrador está de gira en Estados Unidos encontrándose con sus paisanos como principal cabeza visible de la oposición mexicana a las políticas migratorias de Trump. “Incluso el sector conservador nacionalista que se opone a la mayoría de visiones de Obrador suscribe y valida sus posiciones con respecto a Trump. No se necesita ser de izquierdas para apoyar esa visión de pararle los pies a Trump”, reflexiona el doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM Alex Munguia Salazar.

“Ni nacionalizaremos ni expropiaremos”

Tan determinada es la campaña de Obrador contra la política de Trump como conciliador su discurso político, especialmente en términos económicos. Sucedió con el izquierdista brasileño Lula cuando se impuso en su cuarto intento en las elecciones de 2002 bajo el simpático apelativo “Lula paz y amor”, o con la evolución en España de Podemos al pasar de la indignación a la “sonrisa” cuando empezó a vislumbrar la posibilidad de ganar las elecciones.

Obrador también ha optado por la vía de acercarse a las elites sin abandonar su discurso social que prioriza a los pobres y abandonar el discurso beligerante que tuvo en sus inicios. En ese sentido, el mexicano defendió que México debe convertirse en una “república amorosa” que cambie “los balazos por abrazos”.

Para muestra, su contundente respuesta a la reciente entrevista con la agencia estadounidense Bloomberg sobre su política económica. “Ni nacionalizaremos, ni expropiaremos. Apoyamos el libre comercio”, dijo sobre la posibilidad de que estatalice totalmente el petróleo, palabras que seguramente no gusten entre los críticos a la izquierda de Obrador.

Ese tipo de respuestas le alejan también de los líderes bolivarianos con los que en ocasiones se le ha comparado. Ese punto de vista es coherente con su respuesta a la posible revisión del NAFTA, tratado de libre comercio con Estados Unidos, que propone Trump: “Denunciaremos a la ONU si quieren imponernos aranceles proteccionistas”.

A Obrador le costó, no obstante, precisar en la entrevista cómo conseguirá fondos para mejorar los servicios públicos y la vida de los pobres, principal bandera de su carrera política. El candidato se limita a defender un “nuevo modelo productivo”, al tiempo que combate a la corrupción y “austeridad” entre los gobernantes, así como una bajada de sueldos de los altos funcionarios que, dijo, “son los que más cobran en el mundo”.

“En los últimos años, el gobierno mexicano ha comprado aviones y helicópteros por valor de 90.000 millones de pesos. Yo no iré en aviones privados”, dijo Obrador ejemplificando ciertos ahorros que podrían llegar del enjuague del gasto en privilegios de la clase dirigente.

En política migratoria, además, Obrador ha hecho hincapié en el respeto al resto de países centroamericanos, con los que México es muy duro en su frontera sur. “Peña Nieto lleva a cabo una política de subordinación a Estados Unidos: es su policía migratoria con respecto al resto de países centroamericanos y también su policía antidrogas de una forma que cuesta muchas vidas”, dice Munguia Salazar.

Del Instituto indigenista a la fundación de MORENA

AMLO nació en Macuspana, Tabasco, en 1953, hijo de comerciantes de clase media-baja.Empezó su carrera política poco después de acabar la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y sus primeros pasos en política los dio como delegado del Instituto Nacional Indigenista, primero, y como director de promoción social del Instituto nacional de Protección al Consumidor.

En el año 1989, ayudó a fundar el Partido de la Revolución Democrática, PRD, escisión a la izquierda del hegemónico PRI que ha ostentado el poder en la mayor parte de la historia de la democracia mexicana.

Su gestión como alcalde del Distrito Federal le valió la fama y el reconocimiento internacional como uno de los mejores primeros ediles del mundo en 2004, según el concurso inglés City Majors con votantes en internet. No obstante, el principal abanderado de la lucha contra la corrupción tuvo que afrontar diversos escándalos de asesores próximos a su figura y acabó su gestión dejando una gran deuda.

En 2006, se presentó por primera vez a unas elecciones presidenciales y quedó en segundo lugar con solo un 0,1% de votos menos que el candidato del PAN Felipe Calderón. Obrador denunció fraude electoral y se presentó de nuevo en 2012, cuando volvió a perder, esta vez frente a Peña Nieto, que consiguió un 7% de votos más que el izquierdista. En ambas elecciones, Obrador se presentó como líder de una coalición heterogénea de partidos de izquierda liderada por el PRN.

De cara a las próximas, liderará un partido unitario fundado en 2014: MORENA. Pero el baile de siglas no ha impedido que uno de los principales males de siempre de la izquierda carcoma también la carrera política de Obrador: el fraccionamiento y la dificultad de sentar bases comunes entre todas las tonalidades políticas a la izquierda con tal de vencer al conservadurismo que siempre ha gobernado en México. Lo cuenta con detalle el periodista Francisco Cruz en el libro AMLO, Mitos, mentiras y secretos, del periodista Francisco Cruz.

Calificado como “mesías tropical” y “cacique populista”, a Obrador la mayoría de críticos le nacen de arriba y de la derecha. Le tildan de a utoritario, simplista y defensor del pensamiento único.

“Su guerra es contra ‘los de arriba’. Pone a mexicanos como enemigos de mexicanos y agrede al que piensa diferente”, dijo en 2016 Pablo Hiriart en una columna del diario El Financiero.

“López Obrador no cree en la pluralidad. Ni en la familia. Al contrario, pensar distinto se castiga”, expresó el mismo columnista unos meses antes, en referencia a la durísima aseveración “yo no tengo hermanos” que López Obrador lanzó como respuesta a su hermano llamándole “tirano”. “Ese es el tipo de dictador que nos espera si gana la presidencia en 2018”, concluía.

Sea como dictador -que no lo parece- o más bien como presidente, Obrador es ahora mismo el líder político mejor posicionado para dar un vuelco a México y devolverle la autoestima ante los ataques de Trump. Y por más que le odie parte de la sociedad, resulta muy difícil encontrar verdaderas manchas en su carrera personal de más de 30 años, en un país donde la corrupción brota de cualquier esquina.

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